IMPROcedencias= 5 : ESPONTANEIDAD

IMPROcedencias 5-Espontaneidad
Desde hace unos días nos podemos ver las caras en clase de teatro … y en los teatros y en casi en cualquier sitio.
¡Fuera mascarillas! Recuperamos nuestra expresividad, nuestra espontaneidad.
Ha sido tan grande la alegría que nos hemos abrazado y hasta besado. ¡Explosión de espontaneidad! ¿Se puede? ¿Besar? ¿Tocar? No lo sé, pero… ¡Que gusto! Acariciar, rozar,…
Estos días volvemos a ver imprudentes y maravillosas expresiones mucho tiempo escondidas: bostezar, sonreír, suspirar, refunfuñar, rabiar, gemir, jadear, quedarse con la boca abierta, hipar, sollozar, poner morros, sorprenderse…
¡Qué rostro! ¡Recuperamos las expresiones espontáneas!
Que contrariedad para todos y cada uno tener que taparse la cara durante tanto tiempo. Muchísimo para los improvisadores. Aprovecho este dichosos momento para plantear algunas cuestiones sobre la espontaneidad.
Desde que nacemos socializar es controlar. ¡Ser menos espontáneo! Controlar las ganas de llorar, de comer, de estar con quién me da cariño y amor, de estar lejos de quién me da miedo o provoca dolor, de hacer caca… Seguramente, justo y necesario. Pero tiene contrapartida, nuestra espontaneidad, nuestra natural expresión se va al carajo. Convivir es refrenar impulsos. Cuando empezamos a ir al cole la regla principal de la convivencia, el respeto a las normas y el aprendizaje es pensar antes de hacer.
Fingir, aparentar, morderse la lengua para no meterse en problemas con los adultos. Y así, poco a poco vamos siendo menos espontáneos. Menos naturales, más rígidos.
Hace unos días un alumnito ( 8 años) frente a mi llamada de atención porque no hacía lo correcto en clase de teatro me recriminó: “los adultos no entendéis a los niños”. ¡Que gran estafa crecer y educarse!, los adultos nos roba parte de nuestra esencia, la espontaneidad, a costa de su tranquilidad y confort.
Rígidos, repetitivos, previsibles aburridos, poco afectivo, sin sangre en las venas, encerrados en la zona de confort, temerosos de lo nuevo, de lo desconocido, llámelo cómo quiera, lo cierto es que de adultos nos convertidos en seres poco naturales y libres, acartonados; le damos la espalda a la espontaneidad.
Por supuesto la espontaneidad está en nuestra naturaleza, aparece, algunas veces, por sorpresa, sin cita previa. Pero muchas otras está tan escondida, tan oculta que no aparece ni llamándola a gritos. Silenciada, enterrada, enclaustrada, arrinconada, negada, vigilada.
Y claro, cuando en alguna actividad toca ser espontáneo me cago en todo lo que se menea el horizonte es desalentador. Tenemos que hacer un esfuerzo monumental para recuperar algo de ella.
La creatividad, la invención, la IMPRO exige ser espontáneos. Accionar, sin excesiva racionalización. Dejarse llevar, que la acción sea un impulso, efervecencia.
En la IMPRO no hay tiempo para organizar, preparar. Mientras se organiza, lo expongo, mientras lo expongo, se organiza.
¿Cómo recuperar la espontaneidad perdida?
El juego es una de las actividades que permite recuperar y refrescar la espontaneidad. Sin tiempo para pensar, reacciono. Y hago cada cosa en el momento justo…o pierdo.
Entrenar IMPRO es ponerse en situación donde no podamos controlar racionalmente la respuesta. Confiar en la respuesta natural y espontánea de uno mismo y del otro. Improvisando desconectamos los filtros que muchas veces se cuelan entre lo que sentimos, lo que imaginamos y lo que expresamos. ¡Conseguimos ser espontáneos!
Al principio se trata de rescatarla, sacarla de su escondrijo. Poco a poco transformarla en herramienta principal de la creación escénica.
. Decir IMPRO es decir teatro espontáneo.
¡Fuera máscaras y mascarillas! ¡Libérate! ¡Suelta amarras! ¡Sé natural y espontánea! ¡Pasional, impúdica, desmesurada, irrespetuosa, sincera, súbita, enérgica, auténtica, vital!
Madrid, Mayo 2022